El precio de la vivienda es uno de los factores más determinantes durante el proceso de venta. Todos queremos el precio más alto, por ello, el pedir demasiado, es un hecho habitual, provocando que las viviendas supervaloradas acaben vendiéndose, a la larga, por debajo de su precio de mercado. A continuación referimos algunas de las consecuiencias de valorar la propiedad en exceso desde el principio:
▪️ Un precio irreal e inadecuado favorecerá la venta de las viviendas que compiten con la suya.
Su vivienda con un precio sobrevalorado ayudará a otros vendedores a comercializar su propiedad en mejores condiciones al tener un precio más ajustado. Su objetivo debe ser participar en el mercado con un precio competitivo que atraiga a los compradores o arrendatarios.
▪️ El vendedor perderá potenciales compradores.
Los compradores potenciales sólo visitan aquellas propiedades, que están dentro de unos rangos de precio. Si exige demasiado, aunque estuviera dispuesto a aceptar ofertas más bajas, hasta pasado un tiempo, no va a recibirlas, porque no tendrá visibilidad para los compradores reales o arrendatarios.
▪️ La propiedad se quemará en el mercado.
Un precio elevado provoca que se tarde más en vender o incluso que no se venda la propiedad. Los compradores evitan las ofertas que llevan tiempo a la venta porque suponen que habrá algo malo en ellas o que el propietario no está dispuesto a negociar.
Las mejores ofertas se reciben generalmente en los primeros 60 días pero sólo si el precio es adecuado desde el principio. Esto se consigue dejándose asesorar por un profesional inmobiliario.
▪️ La propiedad tendrá problemas con la tasación.
Fijar un precio al margen de lo que establece el mercado es negar la realidad. Sin embargo, el banco nos termina enfrentando a ella, porque sabe qué vale verdaderamente su propiedad y no facilitará un préstamo elevado para ella. El vendedor como consecuencia tendrá que bajar el precio o perderá su oportunidad de venta.